Que la locura nace en la sangre es
una idea que puede llegar a atormentar al mismísimo Batman, haciendo flaquear
sus súper-poderes ante el peor de sus enemigos: el de la maléfica y perenne
sonrisa.
Solo
a un villano tan retorcido como Joker se
le ocurriría amotinar a los presos del manicomio Arkham Asylum, convirtiendo en reos a los profesionales sanitarios
que hasta entonces lo regentaban, ahora rehenes en manos de los locos (Dos Caras, Sombrerero Loco, Killer Croc,
Clayface, y Espantapájaros, entre otros).
La
disparatada condición que exige tan variopinto plantel para entregar a sus
presos es que el hombre-murciélago se entregue, reconozca ser uno más de ellos
e ingrese en el sanatorio.
En
esta enésima batalla, obra maestra del cómic estadounidense por lo atrevido de
sus composiciones gráficas y lo vanguardista de su temática, se trata más que
nunca la eterna duda sobre la tambaleante cordura del justiciero más famoso de Gotham City.
Arkham Asylum, un lugar sensato
en una tierra sensata se publica por primera vez en
1989 demostrando, junto a otros títulos (Darevil
born again o Watchmen, por
ejemplo), que los súper-héroes podían también ser del interés de un público
adulto y ocupar los primeros puestos en los circuitos editoriales.
Espeluznante
pero recomendable historia de horror psicológico ambientada en las postrimerías
de la depresión económica del 29 con tintes verídicos al tomar el nombre de
Amadeus Arkham, fundador del psiquiátrico real, víctima de una crisis nerviosa
después de que uno de sus internos, apodado Perro
rabioso, asesinara cruelmente a su esposa e hija. Su autor se acerca a
Batman desde su parte más emocional e irracional, humanizando al sobrehumano
personaje.
Impecable
guión a caballo entre el cómic y lo cinematográfico, escrito en un febril mes
de 1987, casi siempre a altas horas de la madrugada y tras largos períodos sin
dormir.
j@vi.