Algunos hablan de MILAGRO.
Yo prefiero referirme a la magia de lo incomprensiblemente real de la vida.
Incierta y preciosa.
Desconcertante y maravillosa.
Cuando uno vuelve a tener entre sus manos a un ser tan diminuto y perfecto, se rinde a la evidencia. Las explicaciones sobran en el engranaje de la existencia.
Ver esos ojos curiosos, indefensos e inocentes lo explica todo.
Ver esos ojos curiosos, indefensos e inocentes lo explica todo.
LA VIDA EMPIEZA CADA DÍA.
¿Para qué más?
Unas veces uno acude al HOSPITAL en camilla. Otras con un ramos de flores en la mano, andando sobre sus propios pasos y dirigiéndose ilusionado a la mágica planta de MATERNIDAD.
Y ahí se las encuentra. A madre e hija, ya independientes, y al padre (en esta ocasión, más que en ninguna otra, lo más justo es relegar al macho a un papel secundario, que no prescindible). Qué preciosa estampa.
María ha venido sin complicaciones, gracias a Azar. Su madre hace gala, por cuarta vez, de una fortaleza sólo comprensible cuando se sabe de quién hereda energías. Aunque, humilde y sincera, reconoce haber tenido un momento en el que pensaba que no iba a ser capaz de empujar más, a pelo, sin epidural.
Una pletórica abuela acoge a su sexta nieta con la misma ilusión que a la primera, quien, con sus ya diez años, la considera su segunda madre, en un vínculo irrompible que trasciende generación tras generación.
Las menudencias se evaporan. La precaria situación laboral, las arrugas y las canas
se eclipsan al rozar
la suavidad de unas manitas que aprietan con fuerza
aferrándose a la Vida.
La pequeña cabeza de un ser que aún no comprende el mundo
al que acaba de llegar, asoma de entre las sábanas del SAS.
Cabecita que dentro de unos años
entenderá que, justamente,
lo mejor es
tratar de NO ENTENDERLO.
Quizá por eso se dice que la vejez es una regresión a la infancia. La sabiduría termina eligiendo la inopia.
Ante la pregunta de si la niña había pasado buena noche yo, aparte de responder usando la jerga de mi madre (la profecía se cumple), he dicho que es "una bendita" que no llora nada. A lo que mi interlocutor ha matizado con desolación que ya llorará cuando conozca este mundo.
Y lo peor es que he pensado que tenía parte de razón.
Pero eso SERÁ.
Ahora ELLA ES. Pura, ingenua y primaria.
Pide teta, caga, come, llora (muy de vez en cuando, al menos por ahora), entreabre
los ojos (fascinante, de visionado embelesador), sonríe, se despereza y nos deleita
a tod@s consiguiendo que, otra vez,
como si fuéramos primeriz@s en esto,
se nos caiga la baba ante la
magia de la Vida.
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