viernes, 8 de julio de 2016

Fauna monárquica en peligro de extinción, Teatro en proceso de expansión.


"¿Cuánta sangre plebeya se necesita para saturar siete litros de sangre azul?
¿Una reina nace o se hace?
Tras años de exilio a causa de la instauración de la tercera República,
Leonor y Sofía, las últimas infantas de España,
deciden esconderse en la sierra de Huelva a la espera del momento adecuado para
recuperar, a la fuerza, sus privilegios.
Integradas en la vida agreste,
rodeadas de la fauna y flora del lugar y acompañadas de un oso cortesano,
luchan por mantener su estatus".

Ya prometían sinopsis y título (Los vapores de Leonor y Sofía en compañía de un oso amaestrado) y, efectivamente, cumplieron las expectativas. Da gusto comprobar que todavía se pueden seguir haciendo cosas nuevas y que el teatro puede seguir siendo forma de subversión ante la candente actualidad.

La pieza se representó en la segunda planta del MusiCafé "El Pelícano" (Cádiz)
y las entradas quedaron agotadas para los dos pases.

Cuando la mitad del mundo vivimos a la espera de la nueva temporada y meses después de que Pablo Iglesias le regalara una edición de coleccionista a Felipe VI, las tramas de Juego de tronos no nos quedan mucho más allá del Muro, menos ahora que la Larga Noche está al alcance de los recién electos Caminantes Blancos (azulados). En pleno debate nacional, podríamos decir al menos de forma latente, monarquía versus república, Rosa Romero y Mariki Fernández saben sacarle perfecto partido a la situación parodiando una hipotética posibilidad tan "parodiable" como la de las últimas vástagas -la RAE aún no reconoce el femenino pero es que suena aún más gracioso así- sobreviviendo al exilio y todavía enzarzadas en una absurda guerra de sucesión a un trono por el que ya no habrían de pelear. Roles sexistas, jerarquías, luchas de poder, mitificaciones... son algunos de los temas subyacentes que también se tratan.
La institución quizá más extravagante que seguimos venerando en esta España nuestra alcanzará su culmen de ridiculez cuando Leonor de Todos los Santos de Borbón y Ortiz se convierta en reina sobre su hermana por el hecho de ser la mayor entre una descendencia sin miembros varones, parida por una reina madre de abolengo tan rancio como plebeyo.
¿Quién era la reina de la casa y quién la princesita de su padre?
He ahí el punto de partida de Los vapores de Leonor y Sofía en compañía de un oso amaestrado, aunque hablar de principio en una pieza teatral tan poco convencional tal vez no sea lo más adecuado.

Mariki Fernández, Rosa Romero y Vandy Sabajanes momentos antes del estreno, 
preparando el espacio. 

Una sencilla pero efectista escenografía repleta de iconos completa la peculiar puesta en escena. Hay rifles de caza, máscaras de paquidermos, tirachinas, taburetes-tronos y mucho mucho humor del bueno, del bien hecho, del que no necesita más artificios, del que ofende a quien ataca y nos hace reír a los demás; un público que además tuvimos la oportunidad de formar parte de dicha escenificación conformando la fauna donde se desarrolla la acción gracias al atrezo que nos proporcionó el oso cortesano (interpretado por Vandy Sabajanes), que también hizo las veces de maestro de ceremonias.
Diálogos de besugos, "quejíos" flamencos, trabalenguas, juegos de palabras hilvanan un inteligente y desternillante guion a base de sketchs entre las dos personajes protagonistas, a cada cual más tonta, y comparte mucho de los recursos del Teatro del absurdo (aunque aquí la incongruencia es solamente aparente) y de los de las agrupaciones carnavalescas gaditanas.
Magistral el repaso de las taras genéticas de la dinastía borbónica, para mi uno de los momentazos, en plan retahíla infinita de carrerilla, de la obra junto al histrionismo de Sofía (Rosa Romero) que si bien se mantuvo al máximo hasta el final y perfectamente casado con el de su hermana-rival-compañera Leonor (Mariki Fernández); tuvo momentos de especial brillantez arrancando las carcajadas del respetable.

El elenco artístico recibe la ovación del público y se fotografía junto a él.

Recomendabilísima pieza que ojalá vuelvan a representar muchas más veces y que a mí, personalmente, además de hacerme pasar un divertidísimo rato, me emocionó por permitirme sentir la presencia de quien seguro, de haber estado, hubiera participado sin dudarlo en un proyecto como este.
Gracias, Rosa, por hacer que la función siga continuando. Estoy convencido de que él suscribiría cada una de mis palabras que salen del cariño pero también de la absoluta sinceridad y que aquella Delia que quedaba pendiente de continuación tras dejar a una Toñi-Loles León berreando como una energúmena que le diera "ese papel", ayer fue Sofía y mañana será otras muchas pieles, más de una, seguro, reflejo de la estela de las que él te hubiera vestido con sus ocurrencias.






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