martes, 23 de julio de 2013

Dejar de querer.


Igual es algo ñoño, sensiblería barata y de lágrima fácil.
Cóctel que siempre funciona conmigo. 
A veces creo dar una falsa imagen de cultureta pedante y hasta prepotente, pero no es más que fachada.
Soy un ignorante gilipollas y llorica.
Veo en "Tú sí que vales" a un hombre mayor, entrañable por presentarse a un "programa de talentos a su edad", recitando unos versos cursilones con voz de Bucay narrando sus cuentos (que, por lo visto, no valen y son un descarado plagio, con lo que a mí me encantaban) e inmediatamente, con los ojos vidriosos, me voy al ordenador a buscarlo en youtube.
Y hoy, no sé por qué, para inaugurar este blog, me ha venido a la cabeza este video.
Esas palabras...
 "Se deja de querer" "...abrir la mano y encontrarla vacía..."
Qué tontería, ¿no?
Ya hace más de un año (mucho más seguramente) que dejó de quererme y ya no lloro por las esquinas y hasta me creo ser un hombre nuevo, crecido y resucitado, pero sé perfectamente que si volviera a verle mi ilusoria reconstrucción se derrumbaría.
Tiempo.
Más tiempo.
Y ahora vivo el otro lado, el oscuro, y tengo la oportunidad de acercarme a la sensación a la que en su momento no se me dio la oportunidad de hacerlo. La de quien deja de querer.
Duele dejar de ser querido, pero también es jodido dejar de querer.
Supongo.
Nunca he dado tiempo a que eso me llegara a pasar, cortaba de raíz ante el menor atisbo de sospecha.
No me creo más que nadie, ni pretendo juzgar a nadie, como pido que no se me juzgue a mí, pero honesto sí. Pedante y cultureta no, pero honesto creo que lo soy un rato.
Y a veces hasta más sincero de la cuenta. Por eso tengo que reconocer que, a pesar de los pesares, a pesar del tiempo, la distancia, la invisibilidad, la traición, el dolor y hasta a pesar de darme cuenta que soy más feliz (más tranquilo) ahora; le sigo echando en falta.
Qué tontería, ¿no?
Gilipollas, lo que decía.
Y de prepotente nada. Soy tan básico que sigo sin entender porqué no se deja de querer a un familiar o a un amigo si no hay una causa de mucho peso de por medio, y sí se puede dejar de querer a alguien de quien has estado enamorado sin que pase nada. Nada más que el tiempo, la rutina y los obstáculos a sortear. Ni más ni menos que lo que pasa en cualquier otro tipo de relación que no sea la afectivo-sexual.
Química incontrolable y puñetera, que tal como viene se va...

"Se deja de querer
(José Ángel Buesa.
Películas y música: gettyimages.
Idea, voz y producción: Rafael Turia).

Se deja de querer
y no se sabe por qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía
y no saber de pronto qué cosa se nos fue.
Se deja de querer
y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed.
Como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer
y es como el ciego que aún dice adiós llorando después que pasó el tren,
o como quien despierta recordando un camino
pero ya solo sabe que regresó por él.
Se deja de querer
como quien deja de andar por una calle
sin razón
sin saber.
Y es hallar un diamante brillando en el rocío
y que, al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer
y es como un viaje detenido en la sombra
sin seguir ni volver.
Y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.
Se deja de querer
y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel
o escribir en la arena
la fecha de mañana y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer
y es como un libro que aún abierto hoja a hoja quedó a medio leer.
Y es como la sortija que se quitó del dedo
y solo así supimos que se marcó en la piel.
Se deja de querer
y no se sabe por qué se deja de querer".

Cómo cuesta entender que se deja de querer y punto, cojones.



2 comentarios:

  1. j@vilín2.0, menos mal que esto lo publicas en 23 de julio, si lo llegas a publicar en otoño, nos tienes a todos "llorando a moco tendío"
    Suerte en tu nueva aventura literaria

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  2. Gracias, Cati... espero que para otoño ya no me quedo el más mínimo halo de nostalgia!!! Besos!!

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