Nadie se muere por nadie.
Nadie merece tanto la pena como para eclipsarte o anularte.
Tú eres lo primero sobre todo y sobre todos. Anteponte siempre, aunque eso no quiera decir que tengas que pisotear ni dejarte el alma queriendo a quien bien te quiere.
Frases que estoy aprendiendo a poner en práctica después de años de autoabandono, de meses de autocastigo. Me empiezo a querer como no me he querido nunca. Ni, seguramente, como nadie (salvo mi adorable familia, a la que debo, literalmente, estar hoy aquí; y mis maravillosos amigos, por supuesto, incondicionales para los buenos y, sobre todo, los malos momentos) me ha querido nunca.
Reconfortante visita de una amiga que formó parte de ese "pasado doloroso" que, inevitablemente, en algún momento, me ha supuesto volver a pensar en el innombrable. Memoria asociativa. Recuerdos que se reactivan. Pero sentimientos que afloran de otra forma. Algo de la nostalgia y la pena quedan, pero más desde un inevitable -a la par que humano- rencor, pero no vengativo ni con deseos de desearle mal a nadie. Una pena por la decepción de haber creído tanto en algo y en alguien que tan poco lo merecía (no por ser mejor o peor persona, sino por no serla adecuada para mí). Cierta sensación de pérdida de tiempo por los años, esfuerzos, y, sobre todo, ilusiones invertidas en un proyecto que solo existía en mi cabeza y que se desvaneció de un día para otro. Y euros, odio tener que decirlo, pero la mayor parte del rencor que hoy día conservo es a cuenta -corriente, ni siquiera en números rojos, sino en cero total- de ese tema ahora que de verdad y, literalmente, empiezo a verme paupérrimo perdido, con la vergüenza, frustración y dolor que me provoca tener que volver a pedirle dinero a mi madre.
Pero estoy feliz. Como una lombriz. En serio. No es un tópico, ni un esfuerzo de autoconvencimiento. Veo la vida de otra manera. Pero no actúo de otra manera. Actúo como lo hacía hace más de cinco años. Cuando no estaba a la sombra de nadie, cuando no sobreactuaba por ser quien no era para contentar a quien creía que debía entregar mi vida incondicionalmente.
Esta amiga, gran amiga, genial persona, que también atraviesa un momento de crisis personal (entendida como cambio, doloroso, pero no traumático, y necesario porque la Nueva Era va a ser mucho más positiva -para tí, madre, estoy seguro, recuperarás tu ojo como recuperarás tu felicidad y yo también, qué coño, aunque, si te digo la verdad, tampoco me importaría pasar por el trámite previo de quedarme momentáneamente tuerto, jeje); me dijo ayer en la conversación de horas para ponernos al día y para desahogarnos que tuvimos, que me veía siendo el mismo, pero "de otra forma". Como más liberado, más "echao pálante".
Me encantó escucharle eso, porque aunque a veces me entra cierta paranoia de estar cayendo en mi diagnosticado "riesgo de viraje" por los antecedentes familiares, sé bien que no es así. Estoy feliz. Moderadamente feliz. No elevo tanto los pies del suelo como para no darme cuenta que no puede ser solo Carpe Diem y hala, al carajo todo.
No. Vivo consciente de los dos días que tenemos, pero también sabiendo que hay que prepararse cierto futuro. Moderadamente también. No enfocando más las acciones diarias en el mañana que en el hoy. No dándole más vueltas de las necesarias a cosas que, en realidad, son mucho más simples y básicas. Viviendo el hoy como si fuera el último día, pero cubriéndome las espaldas por si mañana hay otro día más. Y pasado. Y el otro.
Así que ahora estoy feliz pero con un cacao maravillao de magnitudes colosalmente estresantes en mi cabecita loca. Muchas opciones y una difícil decisión que tomar, con el agobio que siempre me supone eso. Más cuando la última que tomé fue tamaña metedura de pata por la que, aún a veces hoy, me sigo mortificando.
En fin, que me redescubro. "Re-" porque no descubro nada nuevo. Vuelvo al Javi enterrado durante años, a ese Javi que se ilusiona como un niño pequeño ante las cosas del mundo de las personas mayores, ese Javi que se siente compañía divertida y entretenida para sus allegados, ese Javi que entiende que tiene de sí más que para una sola persona; que tiene suficiente para todas aquellas que se lo merecen porque también le aportan cosas buenas. Ese Javi que tiene algo que dar al mundo.
Y a la par de este redescubrimiento personal, redescubro mi ciudad natal. Ésa que había tachado de pozo sin salida, de bandera del fracaso personal, de vida pueblerina y sin más opciones que la playa y el ocio improductivo. Cádiz es un paraíso, ahora no me cabe la menor duda. Sí, somos la capital europea del paro, hay cierta mentalidad de pueblerino cerrado; pero tenemos unas posibilidades inmensas.
Como capital histórica, como provincia que ofrece todo tipo de posibilidades en una superficie perfectamente asequible con viajes de una hora en coche, con buenas comunicaciones y opciones de ocio, culturales, sol y playa, gastronómicas, deportes de aventura, sierra, pueblos con encanto, rincones modernos y fashion, cosmopolita y con la paz de las ciudades o pueblos pequeños, sin los estreses de las grandes capitales...
Como capital histórica, como provincia que ofrece todo tipo de posibilidades en una superficie perfectamente asequible con viajes de una hora en coche, con buenas comunicaciones y opciones de ocio, culturales, sol y playa, gastronómicas, deportes de aventura, sierra, pueblos con encanto, rincones modernos y fashion, cosmopolita y con la paz de las ciudades o pueblos pequeños, sin los estreses de las grandes capitales...
Las próximas entradas de este blog (o igual creo otro nuevo, total, será por blogs) las voy a dedicar a esos redescubrimientos que voy haciendo (geográficos de Cádz capital y provincia me refiero, de los personales creo que ya está bien por un tiempo al menos).
Un adelanto...
Así pues, mi pizarra de tareas pendientes está así ahora mismo:
Y estas dos fotos son un adelanto de mis próximas entradas sobre ese Cádiz que hasta ahora estaba siendo inédito o, mejor dicho, estaba pasando inadvertido ante la venda que me tapaba los ojos:
Gracias Antonio, Toñi, Rosa y Mari Carmen.
Gracias Nadia y Luis.
Gracias MariNieves.
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