17 de junio 2013.
Bueno, a este no hay por dónde cogerlo de ninguna de las maneras...
Tampoco me vale que de él se benefician, directa o indirectamente, más o menos relacionadas en su estela de farándula, muchas personas y que gracias a él comen muchas bocas. Es como la cadena del comercio justo. Me indigna la injusta desproporción entre unos eslabones y otros.
No propongo prohibir el fútbol ni aniquilar a los futbolistas. No tengo nada en contra de ellos. Solo de sus desorbitados y vergonzosos sueldos millonarios (sin nombrar los “sobresueldos” que se sacan con campañas publicitarias, posando como imagen de una marca y bla bla bla). Especialmente en un momento de “ajustarse el cinturón” donde todos estamos siendo “recortados”.

En todo caso, a más de uno, y mira que le tengo coraje al Ronaldo este,
yo les pagaba por quitarse la ropa. Mierda de sociedad superficial y materialista
que al final a todos nos hace cegarnos ante los cuerpos de estos chulazos.
¿Son estrictamente necesarias esas astronómicas cifras? ¿pasaría algo si en lugar de tres mansiones en Miami, un ático en Nueva York, una casa en su ciudad natal, dos ferraris para los fines de semana y otros cinco cochazos para cada día de la semana; tuvieran lo mismo que todo “hijo de vecino”? ¿No podrían comer, vestirse, “dar” una “vida digna” a sus familiares cobrando una cantidad más razonable y equitativa?
Igual digo una gilipollez, pero a un ignorante como yo que no entiendo ni jota (ni ganas) de economía solo se le ocurre preguntar. ¿No se les podría pagar menos, y que el resto se repartiera a partidas de I+D, investigación científica, sanidad…?
De nuevo, pecando de ignorante, me planteo que si todo ese dinero se paga es porque lo hay, porque se genera, ¿no? ¿De dónde sale? ¿por qué una repartición tan desigual? ¿Por qué nos tiramos a las taquillas de los estadios de fútbol para pagar lo que no tenemos, nos abonamos al canal plus (qué anticuado estoy) y nos vamos a un bar a tomar una (o las que se tercien) cerveza para disfrutar como merece del “partido del siglo”? Siempre me llamó la atención esa expresión porque partidazos de esos los hay cinco o seis veces cada año. Lo siento pero no me salen las cuentas. Ya digo que las matemáticas no son lo mío.
Como diría Mou, para hacer una paráfrasis acorde (buscad en youtube “Balada de Mou”), ¿Por qué?
¿Por qué no empleamos esa misma afición, esa devoción y esa pasión tan sentida que hasta somos capaces de terminar a palos por “defender” a nuestro equipo para rebelarnos ante barbaridades tan clamorosas como las que estamos consintiendo hoy día en nuestro país?
¿Por qué solo nos llevamos las manos a la cabeza –ojo, que yo también me las llevo, y no digo que haya que dejar de llevárselas– cuando salen a la luz los sueldos de los políticos y no los de los futbolistas?
¿Por qué?
Hoy he presentado en un Instituto de Educación Secundaria mi propuesta de talleres de ocio productivo para verano y, en un momento dado, hablando de la evolución de la figura del escriba a lo largo de la historia, al plantearle a los revolucionados y hormonales chavales si les parecía justo que un escritor, un maestro o un médico, por ejemplo, cobraran mucho menos que un futbolista; tras escuchar con pavor su tajante respuesta , he tenido que controlar las ganas de cortarme las venas allí mismo.
Esos/as adolescentes son el futuro. Y no tienen la más mínima duda en pensar que claro que está bien, que es “normal” que el futbolista cobre lo que cobre porque hace deporte y no engorda (ha habido respuestas para todos los gustos) y porque moviliza a mucha más gente que cualquier otra cosa (cito literalmente, eso se lo han debido escuchar a un adulto). Y, por supuesto, que ver un partido de fútbol es mucho más divertido que ir a clase (discrepo, y no por repelente sino porque no termino de verle la gracia a una panda de tiarrones corriendo detrás de una pelota).
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