20 de junio 2013.
¿Estamos condenados al enfrentamiento y a la total falta de entendimiento? ¿Es cosa de generación? ¿educación? ¿valores? ¿o de religión? Sorbe-cerebros que manipula jugando con lo más vulnerable del ser humano: su desconcierto y temor ante la muerte y el más allá, para hacernos olvidar el más acá. La puta religión, sí, la puta Iglesia. La libertad de cada uno termina donde empieza la del otro.
"Serial Killer"
Javi Larrauri. 2009.
Jamás he criticado a mi madre, o sí, pero siempre constructivamente y desde el más absoluto respeto. Igual con su sucesora y su marido. Pero ayer me ofendieron, me hirieron y no me callé. Y la lié. Y me tuve que volver a callar. Porque iba a decir barbaridades tan gordas como que a ningún padre biológico se le examina exhaustivamente cerebro, vida social, creencias y nómina para “certificar” que puede hacerse cargo de la educación de una criatura. Mi padre fue un nefasto padre y un peor marido. Era obvio que, sin saber hacerse cargo de sí mismo, difícilmente iba a saber hacérselo de una familia numerosa.
Por supuesto, hay que procrear, es la sagrada misión del matrimonio. Por eso vine yo a este mundo. Javi goma rota, el quinto hijo a los cuarenta que nadie esperaba. Un complejo que me alimenta saberme considerado por mi madre en una categoría distinta que a la del resto de mis hermanos.
Porque a lo demás no se le puede llamar matrimonio. No por discriminación, sino por distinción. Discriminar: “seleccionar excluyendo, dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, (sexuales), etc”. Distinguir: “conocer la diferencia que hay de unas cosas a otras. Hacer que algo se diferencie de otra cosa por medio de alguna particularidad, señal, divisa, etc”.
-Podéis tener los mismos derechos, pero que no se le llame igual.
-¿Por qué?
-Porque no es lo mismo.
(Discriminación)
-¿Cómo se le llama entonces?
-De otra forma. No sé, ¿unión?
(Distinción).
Distinguir va de la mano de discriminar. Y duele más viniendo de seres queridos, que han visto lo mucho que puedes llegar a querer, lo imbécilmente sensible que eres y la de quebraderos de cabeza que te trae querer ser coherente y “buena persona”.
Duele que se te considere ciudadano de segunda por lo que haces en la cama y con quién te lo haces.
-Entonces un hombre y una mujer que se casan y no tienen hijos, no son matrimonio, ¿no?
-Sí.
-¿Por qué?
-Porque son un hombre y una mujer.
Discriminación. Pura y dura. Por más que quiero intentar entenderles y ser tolerante, no puedo. Yo no les coarto (“limitar, restringir, no conceder enteramente algo”) sus derechos ni sus libertades. Ellos a mí sí. Distinguiéndome. Discriminándome.
Duele que venga de cristianos (“perteneciente o relativo a la religión de Cristo”. Cristo: “el Hijo de Dios, hecho hombre”).
-¿Yo no soy hijo de tu Dios?
-Sí… Claro (¿con dudas?).
No quise seguir preguntando por no seguir escuchando. Cada respuesta me provocaba una lágrima de las que más duelen.
Lloré, me cabreé, me indigné, me dolió. Me acosté con ideas extremistas y apocalípticas. Pero hoy me he levantado y he recordado mi nuevo trabajo. Ése que no me pagan y que me estoy inventando cada día, sin horarios ni protocolo corporativo.
He cargado mi mochila con una biografía de Franco, una biblia, una historia de España para niños, “Momo”, la biografía de John Lenon, Dalí y Miguel de Cervantes (no he encontrado la de Lorca), “El hombre y su poesía” de Miguel Hernández y “Ahora hablaré de mí” de Antonio Gala. Y todos los escritos que escribía desde los catorce años que he podido ir recopilando. Religión y maricones. Pasados y presentes.
He cogido la bici y me he ido.
He dado los buenos días a mis amigos/as por el grupo de wathsapp:
“Amanecer tontón. Nada que no se arregle con unos abrazos de perro, unos bailoteos matutinos con Alaska y la motivación de seguir ganando palabras en vez de euros.
El dinero tiene todo el poder del mundo, menos el de conmover y sensibilizar. Ése solo lo tienen las palabras que, dichas, también pueden herir. Pero, plasmadas por escrito, con un trabajo previo de análisis, documentación e introspección y dictadas por el corazón pueden tener mucha más fuerza que cantidades millonarias de dinero y que los sermones (“discurso cristiano u oración evangélica que predica el sacerdote ante los fieles para la enseñanza de la buena doctrina”. Doctrina: “enseñanza que se da para instrucción de algo”. Instrucción: “conjunto de reglas o advertencias para algún fin. Reglamento en que predominan las disposiciones técnicas o explicativas para el cumplimiento de un servicio administrativo. Conjunto de enseñanzas, prácticas, etc., para el adiestramiento del soldado”. Adiestrar: “Amaestrar, domar a un animal. Guiar, encaminar, ESPECIALMENTE A UN CIEGO”).
No quiero caer en la prepotencia de quien se cree dueño de la absoluta y única verdad. Quiero ser libre. Quiero ser igual. Quiero casarme. Y quiero que mi “unión” sea un matrimonio porque es lo mismo: dos personas que se quieren y deciden registrarse (civilmente, no lo olvidemos) como pareja por motivos afectivos, personales, económicos; libre y constitucionalmente.
Y al sabelotodo (“que presume de sabio sin serlo”) prepotente y a su sarcástica e insultante risita al escucharme decir la palabra “marido” al referirme al marido de un amigo, solo decirle que se informe bien antes de hablar sentando cátedra.
Quiero que mis sobrinos no me miren como al “tío raro” a partir de cumplir cierta edad. Quiero que me sigan mirando con la descontaminada inocencia de un niño que ve el mundo tal y como es. Que, en principio, si nadie le dice lo contrario, no tiene ni que escandalizarse ni que discriminar o distinguir a nadie por raza, género, religión o tendencia sexual.
Quiero sensibilizar (no adiestrar) con la palabra. Quiero ser tolerante, pero asertivo. Quiero respetar y reivindicar. Quiero profundizar en el conocimiento de Cristo, de Franco, de Miguel Hernández y de tantos/as otros/as que han contribuido a nuestro bagaje sociocultural. Quiero hacer mi propia propuesta, en forma de cuentos, para niños y adultos. Proponer (no imponer) una educación en valores (¿alternativa? ¿diferente?). Crear un “material pedagógico” (pedagógico: “se dice de lo expuesto con claridad que sirve para educar o enseñar”), no tanto “didáctico” (“propio, adecuado para enseñar o instruir”).
Ahora más que nunca siento que, desgraciadamente, siguen siendo necesarios actos como los de este fin de semana. Participaré en la carrera de tacones y en el concurso de lanzamiento de bolsos mientras que parte de mi familia acude a la manifestación “a favor de la Familia Tradicional”, mete a sus hijos en un colegio de monjas para empezar a adiestrarlos. Y usan el tabú (“condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar”). Más aún que la discriminación o la distinción. La invisibilidad.
"Activismo gay: la radical gai"
Javi Larrauri. 2009.
Lo siento, pero existo. Al final nací. Aunque nadie me esperara aquí estoy y voy a hacerme notar por primera vez en mi vida.
Y por eso lo digo sin reparos, en público (visibilidad: “cualidad de visible”. Visible: “tan cierto y evidente que no admite duda”), orgulloso y feliz. Voy a seguir trabajando en mi proyecto”.
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