No, no es un título de Lucía Extebarría. De la de antes, de la de la época de escritora novel y transgresora de Amor, curiosidad, prozac y dudas, porque la de ahora del Sálvame mejor ni la miento.
Otro mito que se me derrumba. A este paso voy a tener que empezar a creer en Dios, que no es humano, probablemente no existe y, como tal, se le puede adjudicar cualquier grandeza que nunca te va a defraudar porque, en realidad, nunca te ha prometido nada, toda la confianza que se deposita en ese ente abstracto es obligatoriamente ciega.
El caso es que verla “rebajada” a participar como carnaza en el circo televisivo de Telecinco me ha hecho terminar de decidir ser maricón activista. Hay que creer en algo, y los pilares se me agotan cada día que pasa.
Seré practicante y evangelizador de la anti-religión, de la anti-moral, de la subcultura del colectivo LGTB. Hacerme tan visible que chirríe, desatender los consejos de cautela y discreción; y asumir la arriesgada tarea de defender sin “pregonar”, de reivindicar sin escandalizar y de querer transmitir un mensaje que se puede malinterpretar, confundiéndolo con la banalidad.
Ser visible, no solo no esconderme. Sí, enseñarme; pavonearme para según quienes. Es una causa en la que de verdad creo, y efectivamente creo que las asociaciones LGTB no tienen que perseguir los mismos objetivos que hace unos años, o al menos no todos. Hay que quitar algunos y priorizar otros nuevos.
La visibilidad normalizada que, perdónenme, pero no está conseguida. Y ni queda poco ni es tarea fácil hacerlo. Los avances legislativos y artísticos muchas veces van muy por delante del real cambio de mentalidades.
Que me tenga que preocupar que mi inclinación homosexual pueda “dañar mi imagen” a ojos de unos/as padres/madres que desconfíen de que sea “buena influencia” para sus hijos como monitor de talleres infantiles por ese motivo, por escribir de vez en cuando en redes sociales o en blogs sobre el tema, por posicionarme ideológicamente sin reparos o por “mostrarme” en fotos sacando la pluma; es una evidencia de lo que digo. Que escribiera sobre el mundo taurino o me fotografiara en las gradas de una corrida (de toros), por ejemplo, a muchos de esos/as padres/madres no les importaría lo más mínimo, o incluso les haría empatizar conmigo o, por el contrario, considerarme partícipe de una sangrienta e inmisericorde carnicería. Nunca va a llover a gusto de todos.
Ya intenté agradar a todo el mundo. A mi madre, mostrándome correcto; a mi ex, siendo el más guarro en la cama; a sus amigos, siendo el más simpático y educado; a los míos, estando siempre de acuerdo con todo, a mis compañeros/as de trabajo siendo tan tan profesional que ni me permitía tener vida privada.
Y al final olvidé agradarme a mí mismo. Para cuando me paré a analizar mi reflejo descubrí horrorizado que por haber querido ser tantas cosas había terminado por no ser nada.
Pues se acabó. Hala, a la mierda. A unos/as les gustaré y a otros/as no. Tendré detractores y defensores, porque estaré a merced de la opinión pública, pero, qué coño, ni soy tan importante ni la gente está tan aburrida como para dedicar su tiempo a criticarme o a alabarme. De todas formas, aunque lo intentara, no fui capaz de pasar desapercibido. Ciertas cosas me encienden y antes que ser un reprimido frustrado y amargado, prefiero ser un muerto de hambre con la cabeza bien alta y la conciencia bien tranquila. Siempre termino adorando a los/as grandes reivindicadores/as.
No soy pedófilo ni pretendo contagiar mi mariconería a nadie. Se me dan bien los/as niños/as y creo sinceramente que es porque no les trato como a idiotas, sino como a personitas. Puedo ser divertido y puedo imponerme cuando es necesario. Tengo buenas y creativas ideas y disfruto con lo que hago. Soy un buen animador sociocultural. Soy un buen animador sociocultural maricón. Maricón, algo neurótico, idealista, enamoradizo, buena persona.
Me interesa lo social y lo cultural. Soy historiador del Arte. Historiador del Arte maricón, sí, y con una “sensibilidad especial” (eso me parece un poco gilipollez, pero bueno). Se cumple el tópico, pero es que cuando el río suena es que lleva agua y cuántos maricones y cuántas bollitronas hay en la Historia del Arte que han creado auténticas maravillas. Me da igual el motivo, pero es una realidad irrefutable. ¿Por qué no aunar ambas dedicaciones?
Es lo que siempre he querido. Y ahora es posible que se me presente la oportunidad de hacerlo. Cádiz no es Sitges, ni pretenderé que lo sea; pero sí intentaré potenciar mucho más el turismo gayfriendly (a la RAE van a empezar a darle por culo, me quedo con la definición de la Wikipedia: “término anglosajón utilizado mundialmente para referirse a lugares, políticas o instituciones que buscan activamente la creación de un ambiente amigable hacia las personas LGTB”). No es disgregar o crear guetos intencionadamente marginales.
E ahí el riesgo de ser malinterpretado.
Es adaptar un producto a una clientela potencial, en términos empresariales. En términos sociales, es devolver a este colectivo el derecho a estar en primera línea social, reconocerle su puesto en la cultura; entender y dar cabida a la “alternativa forma de vida” que muchos/as de ellos/as proponen y “acondicionar” (estética, ambiente, servicios, productos…) locales, salas de exposiciones, bares, pubs, etc. a ésta.
Ya que tenemos la fama, a ver si cortamos la lana. “Hasta el bárbaro de Conan nos dejó a su propia hermana. La llamaban “Mari-Conan” y de ahí lo de la fama”, que cantaban “Los Yesterday” en el 99 en su pasodoble “Asquien le guste la historia”.
Aunque nada de acuerdo con el final. No seamos tan catetos/as, y entendamos que ser Patrimonio de la Humanidad es un honor del que debemos saber sacar provecho. Para los/as gaditanos/as y para la ciudad que tanto idolatramos y a la que muchas veces perjudicamos abanderando una ridícula monopolización localista.
Abrirse siempre es bueno y, si vais a hacer la gracia, ya me adelanto yo: sí, en todos los sentidos es bueno abrirse.
¡Abrámonos! Al mundo, a los/as turistas alemanes, rusos, chinos, maricas, heteros, rubios, altos, bajos, gordas, calvos, con varices, culturetas, amantes del sol y playa…
Abrámonos, por tópico que suene, a las P-E-R-S-O-N-A-S.
Fe de erratas: "He ahí", con hache.
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